La eficacia del rayo - Guillermo Siles
Kintsugi
a Gonzalo Véliz
me dice con la alquimia
de su portugués suave y pausado
quién sabe si el dolor
o la contemplación de la belleza
lleguen a brillar como el oro
–o algo semejante–
en el lugar de antiguas cicatrices
me cuenta que los japoneses
utilizan una técnica para reparar
objetos de cerámica rasgados
enaltecen la zona dañada
rellenando las grietas con oro
creen que cuando algo
ha sufrido daño y tiene historia
se vuelve más hermoso
quisiera dejar de escucharlo
para no confundirme
y ver cómo la tarde finaliza
en ipanema
el sol hundiéndose en el mar
frente a nosotros
con una perfección que tal vez
no vuelva a repetirse
al ritmo que desciende
detrás de unos islotes verdes
no habrá pena
cuando nuestra mirada abandone
el mar y acaricie los brazos
de los que trabajan
con sus voces y pregones
de color y música caliente
aquí no hay tristeza
sino la humilde alegría
del garoto
que entra al mar terminada la tarea
y luego fuma un porro
mientras anochece.
Lo indestructible
El deseo
encendía la confianza
en cada encuentro
la felicidad era con vos
una conversación
interminable
yo era el lector
de páginas amadas
fragmento inicial
de Pedro Páramo,
Juan Preciado desciende a Comala
a vengar el abandono
de su padre vos
y yo con él y Abundio
llegábamos con emoción
a la mera boca
del infierno
hasta que el páramo
herido de luz
restallaba verde
y más que Ítaca
con el amor
que apretuja
la voz
en letra ajena
poemas entrañables de Alfonsina
tierra árida en Mistral
arquitecturas de Darío
imperio perdido
y guerra en la piel
la voz doliente de Vallejo
yo no sé
nada habrá que no vea
hasta el final
la savia espesa de la dicha
amistad imperfecta
que nos dure
el bien
en canciones de Mercedes
Spinetta y Luca Prodan,
el rock, el cine
en nuestra era.
Devuélvenos
el tiempo
en piedra alada
en rama en abejorro
maloja insistente
del invierno
susurra
música otra vez
oh fuerza imbatible
de los días
nada puede
destruir el pasado.
El desamor
En la luz de un verano
dijo que no me amaba.
Sus palabras tuvieron
la eficacia del rayo
que cayó dos veces
en el mismo sitio.
Primero
fulminó un tarco,
la cerca de ligustro,
el pasto circundante.
Después midió
la magnitud del daño
y se deshizo
en un ligero resplandor
sin estruendos ni luces.
Dijo que no me amaba,
en otra estación del año,
y le creí.
La vegetación del jardín
ha reverdecido
desde entonces
no volví a verlo.