Blancas y plateadas - Sofía de la Vega

Festival de los Caballos Azules

 

El frío nos cala los huesos, hermana

esperamos la llegada del Festival de los Caballos Azules blancos, grises, plateados, con machas.

Ninguno azul en realidad.

 

Como el cielo que nos prometieron los monjes.

 

Si nuestro comportamiento es correcto, correremos con los caballos.

La noche en que la lluvia golpeaba mi cabeza,

un hombre de espalda brillante entró a enseñarnos los vestigios de un acto de protección.

Porque, hermana, en el Festival de los Caballos Azules ni los monjes, ni papá, ni mamá,

ni el hombre de la espalda brillante vendrán a ayudarnos.

Tendremos que domarlos solas.

 

 

 

Kawabata y una canción de verano

 

Parte de mi cabeza es una ciudad fantasma, creo que su medicina está

en la pulcritud conocida en los tiempos donde las camelias tenían el olor a la boca

de mi madre ¿Cómo es la belleza cuando nos ataca el vértigo del verano?

Cada diciembre dos sombras vuelan a los lejos, las aves disfrutan

la monogamia más ancestral, la claridad que sentí cuando agarraste mi mano y la pusiste en tu pecho.

Un cuerpo que inventé mientras olía camelias habita en el jardín de mi cerebro,

el tacto inútil me raspa por dentro, ruedan unas cascaritas sobre mi cara.

Parte de mi corazón es un cementerio. Los pétalos de las camelias nunca caen,

la flor desciende con el tallo entero esbelto

al torso de algún cuerpo que ahora me abraza.

 

 

 

Hablábamos tantas cosas, mi amor

 

Soy una Penélope que no teje no sabe ni hacer crochet sólo me queda

el enredo de nuestras voces

 

¿Te acordás cuando dijimos sólo somos nosotros mismos susurrando

uno sobre el otro?

 

Acá no hay amor

no sé escribir en plural una trenza  gigante nos envuelve y come

mientras nadamos en un mar oscurísimo, te envío cartas desde la cama

de terciopelo verde claro

que abandonaste para cumplir

tu misión en el centro del poema

 

 

 

Fitclass

 

En el gimnasio al que voy no hay chicas excepto Mica que alza 150 kilos

de cada lado. Más de tres veces lo que yo peso.

Los fisicoculturistas me hacen parte

de su mundo, como en esos videos de facebook

donde una leona amamanta a un antílope.

Me ayudan a ser más fuerte y pensar en resistir.

Los desafíos físicos me parecen más importantes

que los mentales. En mi familia nadie leyó poesía,

mi mamá mide 1.60 pero agarra las asaderas

del horno sin enfriar y puede estar más de 24 horas sin comer.

No tiene las necesidades básicas de un ser humano.

De chica me dijo que yo no era como el resto

y que podía hacer lo que quisiera. No fui

buena en gimnasia hasta después de los 20,

las piernas largas no me obedecían. Ahora

levanto 80 kilos y veo cómo los muslos se inflan

al caminar. Pasar tiempo en el gimnasio es horrible,

la música nunca me gusta. Estar ahí significa

pensar en el cuerpo

no para escribir, no para leer:

el cuerpo para ser un cuerpo.

En el baño me miro desnuda y cada

parte está donde pertenece. Mi piel brilla,

se tensa como si fuera a estallar.

 

Sofía de la Vega nació en 1993 en San Miguel de Tucumán. Es estudiante avanzada de la carrera de Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la U.N.T. Es organizadora del Festival Internacional de Literatura Tucumán (FILT), el cual se realiza desde el 2015 de manera anual. Participó de la primera residencia para poetas jóvenes en el Festival Internacional de Poesía de Rosario (FIPR) en el 2017. Es parte de la Antología Jardín 16 (Minibuses, 2016) y Fanzine (Almadegoma ediciones, 2016). Publicó la plaqueta Encuentro Latinoamericano de Lengua de Señas y Sordos (Charqui Ediciones, 2016). Blancas y plateadas (Ediciones Neutrinos, 2018) es su primer libro.