Juan Fernando García - Animal print del bueno
Juan Fernando García, Sobre algunas fotos de Philip Lorca-di Corcia
(poemas inéditos)
1.
No habla de brillos
solamente
lo que estimula
el sentido/ en lo oscuro
en lo obtuso
en la abstracción
mediana del semblante:
puro reflejo
en una escena que es
pura representación.
En una ficción
engalanada de luces inciertas
como si la simiente del punto y aparte
arrastrara a estos personajes.
Habla, dice algo a alguien
con la mirada
al miché, al gato
empotrado en su silla
a la otra orilla
se llega remando
y se encandila
con la lejana arrogancia
de febrero
con el vestido
plisado por la herencia
y en cada pliegue
una melancólica
y dulcísima voz
evoca la carencia
solo unas fotos desplegadas
un memo test
donde poder encontrar
un par de piezas
una hidalguía
que cobre interés
cuando amanezca.
2.
En trasnochada lucidez
apaga un televisor
que justo en su justo
punto brillaba para nadie
sólo para un cuerpo
que amaba los silencios
desandando las madrugadas
en busca de sentido
de lo dado a mascullar
cuando son otros los que miran:
es la ventana una mirilla
por donde el mundo pasa
por donde todo muere
y duele. Es el tiempo
de las euforias apagadas.
Así vamos de un cuarto a otro
como fuimos de un cuerpo a otro.
¿De lo que pudimos ser y no
lo que nos dejaron?
escucho que dice un veinteañero
no por ingenuidad
sino porque la clase
le permite todo:
tirar por el balcón un televisor
matar al amante en la bañera
pagar a un escort
que le promete amor
en próximas citas
esto es “Los Ángeles” en ruta 2.
Este slip, animal print del bueno.
3.
Abre los sentidos
la ventana que da al norte
y su estela fulgurante
de miedos.
Posa para la foto
¿toda pose es un gesto
de indescifrable decadencia?
vibra el telón
de un escenario
que nunca se ha inventado
somos
sos
el último amor
y su lluvia íntima
de razones aviesas
de quicios
desde donde miramos
un mundo menos trágico
menos hostil.
Hace más de veinte años sigo la obra de este fotógrafo norteamericano que amo. Una edición de su serie Los Ángeles se transformó en aquellos días –como Nan Goldin, como Wolfgang Tillmans más tarde– en un fetiche. Nunca lo vi en vivo y eso me produce cierta extrañeza. Todo lo que he visto ha sido en libros, en catálogos y en la web. Lo que creo atinado aclarar frente a estos poemas es que no hablan de fotos particulares, sino de los universos que Lorca-di Corcia inventa, recrea, los climas y las puestas en escena. Eso trata de reproducir cada poema. Ya me encontraré con sus fotos cara a cara.
Juan Fernando García