Holter y otros poemas - Gabriela Borrelli Azara

 

Sufro un mal en el corazón.

Ni un electro puede leerlo

ni un holter dar cuenta.

Es un latido intenso

que empieza con tu nombre

y termina dibujado

en tu antebrazo.

Un dibujo sin forma.

Un mal sin síntoma.

 

*

 

El holter marca el recorrido

hora por hora

minuto a minuto

de un ritmo.

Después de una línea sinuosa,

una pirámide que emerge.

-       ¿A esta hora qué estabas haciendo?

-       Nada, estaba en casa, reposante.

Pero el holter y yo sabemos

lo que el cardiólogo

no puede ver:

el minuto y medio

en que el silencio

te nombraba.

Sentada espero el frío del estetoscopio en el pecho. 

 - Permiso, dice el cardiólogo.

 Tuc, tac, tuc, tac.

 Me mira y sonríe.

 Es más respetuoso que vos.

 Me está enfriando el corazón mirándome a los ojos.

 

*

 

Dos inéditos de una serie que se llama Joan Collins

 

Una mañana de mundial 90

vi un partido de Argentina

no recuerdo cual

con mi abuela en su habitación.

Tenía yo 10 años y ella era una

frustrada actriz de cine.

Una Joan Collins bonaerense.

Se arreglaba frente al espejo y

yo en la punta de la cama miraba la televisión.

El equipo argentino metió un gol

y se escucharon los festejos.

 

Al terminar el partido

mi abuela me dijo: ¿querés ir a festejar?

Sí, y agarramos el auto color champagne

que tenía en ese momento.

Nos subimos las dos y agarramos Alem,

la calle principal de Monte Grande.

Era un mar de gente,

tanto que los autos doblaban antes de atravesarla,

pero mi abuela se metió entre la gente con el auto,

a pura bocina.

Todos empezaron a cantar y a usar de tambor el capot.

No era agresivo pero un poco me asusté.

En un momento hasta empezaron a mover

el auto al canto de "el que no salta es un inglés".

Yo baje la cabeza, me escondí en el asiento.

Mi abuela en cambio apretaba

el volante firme con una mano

mientras con la otra tocaba bocina y sonreía.

Saludaba

como si la estuvieran

festejando a ella.

Así debería ser su muerte

Atravesar un mar de gente

saludando como una diva

y perderse en el fin de la calle

entre los aplausos.

 

*

 

Joan Collins

 

Mi abuela era una Joan Collins

Del conurbano

Nunca salía sin maquillaje

Y se ponía tacos para ir a la carnicería.

 

Siempre quiso mandar a mi hermano

A Ballet, al colón

Se imaginaba entrando por una alfombra

Roja,

Saludar como si ella fuera la estrella

Y decir, el bailarín principal

Es mi nieto.

 

Mi hermano baila,

Pero no en el Colón

Baila y canta

Y vive en el living

De la que fue su casa.

 

Seguro que ella, desde su cama

En el geriátrico

Festeja ese baile

Esas piernas que Luciano

Mueve como un cisne

Y esa sonrisa

dedicada

al público

Que lo mira

Y admira: mi abuela.

 

 

                                                                        Fotos: Gisela Guala.

Gabriela Borrelli Azara nació en Buenos Aires en 1980, estudió Letras en la Facultad Nacional de Lomas de Zamora y locución en el Instituto Superior de Enseñanza Radiofónica. Comenzó a trabajar en radio a los 20 años produciendo programas dedicados a la difusión de la literatura llegando a tener espacios propios en Radio Nacional, Radio Del Plata, AM 750. Actualmente conduce un programa diario en Futurock. Escribe artículos sobre poesía latinoamericana para diferentes medios gráficos.  Coordina talleres de lectura de poesía y fue organizadora del ciclo de textos inéditos "El domingo no tiene la culpa" y del ciclo de lectores "Poesía Ya" en la plaza del lector del Museo del Libro y de la Lengua. Actualmente cura junto a Verónica Yattah el ciclo “La vuelta entera” dónde lectores y poetas leen un libro de poemas entero. Publicó en 2015 su primer libro “Océano” que ya agotó su primera edición y acaba de realizar una compilación de textos fundamentales del feminismo: “Lecturas feministas” (Ediciones Futurock) que lleva vendidos 2000 ejemplares en todo el país. Este año se editará finalmente la plaquette “Holter”.