Zona de derrumbe - Romina Dziovenas
Paranoia
van a decir que me imagino cosas
pero por las noches me asustan
algunos objetos de la casa
en la lámpara encendida del cuarto
veo el inicio de una fogata enorme
que convertirá en cenizas
lo que no alcanzamos a ver
las puertas crujen como si
en secreto
buscaran una salida que no aparece
la canilla del baño pierde continuamente
y su sonido es muy parecido
al de una bomba a punto de estallar
sé que las cosas intentan decirme algo
por ejemplo
ya no soportarán la quietud y la repetición
a las que están sometidas
y comenzarán a expandirse
más allá de nosotros
Él es en esencia un ser físico
mientras sentada en el sillón leo
y un libro entre mis manos
como una balsa me mantiene a flote
en la gran ola de desorden
de nuestra casa
mi hombre va hacia su caja de herramientas
con la seriedad de un cirujano
separa
los metales plateados
de los opacos
y elige alguno de ellos
para luego alejarse sosteniendo su peso
la casa entera
se recuesta sobre sus manos
que brillan bajo la sustancia
espesa del aceite
o de cualquier otra fabricada
para el arte de desarmar
en la breve pausa entre verso y verso
escucho los golpeteos resonar en el silencio de la tarde
entonces me acerco esquivando muebles y demás
artefactos
veo su cuerpo incómodamente
sostenido frente a la pared
entregado
a descubrir
el mecanismo de lo averiado
a revelar el punto de la fisura
como parte de la delicada ceremonia
me sumo a su caravana de monosílabos
aunque a veces quisiera detenerla
hablarle del agua
turbia que me despierta sobresaltada con su goteo
persistente cada mañana y brota por las noches
entre los azulejos del baño inundando nuestro cuarto
pero no lo hago
yo también quiero que hoy
en casa
las cosas funcionen
Insomnio
me despierto a las 3 am
mis ojos se abrieron de pronto
y son ahora la linterna que busca encontrar
algo terriblemente
hermoso
que se esconde en algún sitio de la casa
a mi alrededor todo parece perseguir
el ritmo de un descanso
perfecto
me rehúso a conciliar el sueño
quisiera postergar
la llegada del desayuno y el viaje temprano
en auto al colegio de nuestro hijo
todo lo que está
hecho de esa luz
incandescente
de la mañana
Puertas
ayer una revelación me fue concedida
cada portazo que pegas al irte
abre las puertas de mi mente
a un nuevo poema
ese que formaba fila esperando en algún lugar
misterioso
las palabras entran a mis oídos bajo el impulso del golpe seco
que produce el efecto físico del aire
agitándose en la nada cuando la puerta vuelve
otra vez
a su marco
como luego de una tormenta se regresa
a los brazos tibios de la madre
si seguimos así
el año que viene termino
mi obra completa
Plantas
en el jardín de nuestra casa no hay
violetas
lilas
azaleas
ni alegrías del hogar
hay cactus
algunos parecen pequeños animales
son morrudos reacios al tacto
necesitan poca agua y no florecen
nunca
guardan un silencio de estrella y yacen
como si fueran postes
o columnas en un sombrío rincón del patio
un gran peso parece caerles encima
y se mantienen erectos sosteniéndolo
en su vital opacidad
durante todas
las estaciones del año
Romina Dziovenas (1981), nació en San Fernando, Buenos Aires. Es licenciada en psicología. Participó de las antologías El Rayo Verde 2015 y El Rayo Verde 2016, La tenue respuesta de las hojas. Ha escrito diversos artículos en espacios dedicados a la difusión de la literatura y el psicoanálisis. Es integrante del espacio literario J. L. Ortiz del Centro Cultural de la Cooperación donde co-coordina el ciclo de poesía Las Raras Circunstancias. “Zona de derrumbe” ( Alto Pogo, 2018) es su primer libro de poemas.
Le gusta coleccionar miniaturas.