El zoológico de la guerra brinda un tour incesante por su serpentario - Rita González Hesaynes

Foto: Desmond Kean Photography.

 

 

La orquídea del imperio

 

Good fences make good neighbors

Robert Frost

 

En voz alta dijeron Coronel Turner,

felicitaciones por su nombramiento.

A defender, ahora, nuestros intereses

en el Índico. Me palmearon la espalda,

me prometieron gloria y me enviaron a los continentes terminales

donde la niebla asfixia con sus grises tentáculos

y los hombres son almorzados por las bestias

y las bestias son devoradas por los hombres

Las batallas caldearon nuestros huesos

con la misma presteza con que los astillaron

en forma de herramientas y muñecos de plomo

Arriesgué a los mejores padres del imperio,

a los mercenarios más leales, a los peones,

a cambio de un recuerdo digno de los mármoles

Pisamos la emboscada como rinocerontes

Huimos hacia la selva dejando atrás los puentes

Dinamítenlos, me escuché gritar a la distancia

Inhabilitemos sus comunicaciones,

sembremos plutonio en sus jardines,

enviémosle a sus esposas en fascículos.

Nada quedó sin inventarse. Algunos desaparecieron

bajo la luna nueva. Otros fueron tragados por las aguas

y los juncos perversos. Fui traicionado

por mi segundo al mando y varios capitanes.

Unos y otros fuimos diezmados por la inundación,

debilitados por los mosquitos y las sanguijuelas,

molidos por la fiebre, aturdidos por el sol.

Los vivos sólo queríamos enterrar a los muertos

o acaso una avioneta (pero sólo en voz baja),

los más hambrientos experimentaron con sus semejantes

(ese mes se expidieron sendas condecoraciones),

algunos perturbados sonreían y limpiaban sus armas.

Década tras década me han atormentado los zumbidos,

las palabras de aliento, las fotografías que escupía

el correo de escuadrones de madres, prometidas,

novias de ocasión con hijos de ocasión,

viejos amigotes, íntimos amiguitos.

El zoológico de la guerra brinda un tour incesante

por su serpentario, murmuró sibilante como un áspid.

Escapamos a lomo de dólares dudosos, de generales ávidos

y los tíos correctos. En un hidroavión abandoné las naves,

en una silla de cuero impoluto anuncié mi retiro,

en una Ford sin patente reuní a mis familiares

y desde entonces vivimos con modestia en esta parcelita

en paz con los vecinos que habitan tras las cercas.

 

 

 

ejercicio apocalíptico al modo de marvell,

dickinson, frost

 

La fuerza gravitacional todo lo devora

con suficientes partículas, y tiempo.

Si las partículas escasean,

basta el tiempo.

Pero si otra vez tuviera que extinguirme

conozco lo suficiente del desorden

para sostener que la entropía

también es poderosa

y bastaría.

 

 

 

 

Rita González Hesaynes (Azul, 1984). Poeta y traductora. Publicó ¡Oh mitocondria! (Añosluz Editora, 2015) y La Belle Époque (difusión a/terna, 2017).