Enrique Solinas - Barcas sobre la zarza caliente

 

Sentir sobre esta tierra

 

“No hay abandono más grande en este mundo

ni crimen imposible

que la indiferencia sobre nuestra condición”,

dijiste,

mientras el sol comenzaba su caída sinfín

y nada podíamos hacer para salvarlo.

Tu mirada brillaba con la luz

o eran tus ojos que iluminaban el paisaje:

dos barcas atadas en el muelle,

el agua mansa

y nosotros a la orilla

del rio que parece canción.

 

De repente un pájaro,

un pájaro en busca de comida

y el sol cayendo detrás del horizonte,

yo mismo era el sol furioso que caía

con todo el peso de su ley,

me sumergía en el silencio de la tarde

para apagarme en el rio inmenso.

Los peces me rodeaban,

me hablaban,

yo los comprendía,

hablaban en tu lengua,

expresaban tu pasión.

 

No hay conversación aquí.

Sólo hay palabras

que alguien ejecuta

y que el otro desea no oír.

 

Mientras tanto,

éste es el comienzo del instante

cuando con el padre

nos preparamos para pescar

y contemplamos la vida

desde lo opuesto.

El viento nos pasa por la cara,

como pasan las noches,

los días, las estrellas.

Y toda la belleza del mundo a nuestros pies,

el abandono más grande

que alguien pueda sentir sobre esta tierra.

 

 

 

 

Las dos orillas

 

Nuestras vidas son barcas en el tiempo

que navegan la memoria en desaparición”,

escribo,

mientras ahora la noche es un santuario

hasta que llegue el día.

 

No me dejes ir, tan solo,

hasta el país del sueño.

Puedo no volver

y así quedar anclado

en mitad de la vida.

 

No me dejes ir, por eso

tomo tu mano en la oscuridad

y creo que esa amarra

sostendrá mi cuerpo

entre las dos orillas.

 

(El sueño avanza en la noche

como un guerrero furioso

hasta el corazón.)

 

Y no me dejes ir, tan solo,

te lo pido,

acuérdate de mí

cuando vengas en tu reino.

 

Porque es noche y es siempre.

 

Porque puedo no volver

y tengo miedo.

 

 

 

Desencuentro

 

Mi padre con su voz suele agitar

todos los días

las aguas preciosas del silencio.

 

Navego las aguas del silencio

cuando la voz de mi padre

crea

        el comienzo del fin.

 

 

 

Enrique Solinas nació en Buenos Aires el 11 de julio de 1969. Desde 1989 colabora con publicaciones de Argentina y del exterior, es docente y forma parte de grupos de investigación en literatura latinoamericana, literatura argentina y literatura y mística. Publicó en poesía: Signos Oscuros(1995), El Gruñido (1997), El Lugar del Principio (1998), Jardín en Movimiento (2003), Noche de San Juan (2008), El gruñido y otros poemas (2011), Invocaciones -cuatro poetas en la voz del mito- (2012), Corazón sagrado (2014) y Barcas sobre la zarza caliente (2016). En narrativa: La muerte y su conversación (cuentos, 2007). Su obra forma parte de antologías nacionales e internacionales, siendo traducido al inglés, al italiano, al griego, al portugués y al chino. Por su labor literaria obtuvo varios premios, entre ellos, el 1er. Premio Nacional Iniciación Bienio 1992/1993, de la Secretaría de Cultura de la Nación, el 1er. Premio Dirección General de Bibliotecas Municipales de Buenos Aires 1993, Subsidio Nacional de Creación de la Fundación Antorchas, Concurso 1997 de Becas y Subsidios para las Artes, el 1er. Premio Estímulo a la Creación año 2000 de la Secretaría de Cultura de la Nación, el 1er. Premio de Cuento Fantástico 2004 de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, etc. Obtuvo la Beca de Residencia Shanghái Writing Program 2014. Actualmente, su actividad incluye la narrativa, la traducción, el periodismo cultural, la crítica literaria y de artes plásticas, y la investigación.