Javier Roldán - Bendito yo soy

 

Bendito yo soy

 

Sólo un garche

a Seba

 

hace un rato terminamos

y acostado junto a mí contás

que tuviste que acercarte al cajón

para verle la cara a tu amigo muerto

que fuiste el único que se animó

que nadie quería hacerlo

dijiste

“él estaba en la misma postura en que estás vos”

y que sólo se veía la mitad de su cara toda hinchada

 

te acaricio el rostro y me contás

que unos días antes habías charlado con tu amigo

y que se habían cagado de la risa

 

pienso que la muerte apareció

como aparecés vos en mi vida

sin previo aviso

dispuesto al fugaz feroz casi anónimo placer

que nos brindamos

 

de Bendito yo soy, Paisanita (2016).

 

 

lover boy

a Pablo

 

cada vez que nos cruzamos por ahí

estás enamorado de otro

 

como la noche en que cogimos

por primera vez       y me dijiste:

 

 

"para mí sos Leonardo, ese es tu nombre

porque el primer pibe que amé

se llamaba así: Leo

yo tendría seis años        el tendría dieciocho

era mi vecino         y no había momento más feliz

como el momento

en que pasaban a buscarme con su novia

y él me decía ´¿subís campeón?´

y me llevaban a dar una vuelta en coche

y yo sentado en la parte de atrás

sentía que los amaba a los dos

pero más a él"

 

de Bendito yo soy, Paisanita (2016).

 

 

Las profecías perderán su razón de ser

 

brasil decime

 

el equipo de fútbol de argentina

llega a una final mundialista después de no sé cuánto tiempo

y mientras la gente grita y festeja y ríe y llora

afuera por las calles

solo en mi departamento pienso en Juan, mi papá

al que no veo hace dos años

pero con el que hablo cada tanto por teléfono

y tengo el impulso de llamarlo para decirle

“seguro estás contento”

y contarle que me estaba acordando mientras escuchaba los festejos

de cuando argentina ganó el mundial 86 y él me llevó

a saludar a la gente que viajaba en el tren diésel que pasaba cerca de casa

ahí en Merlo Gómez

y la gente asomada por las ventanillas gritaba reía lloraba

y llamarlo para escuchar que él me diga que recuerda

cuando veíamos el mundial del 78 en el comedor de ladrillos rojos mal revocados

esos ladrillos rojos que permitían ciertos trucos

como el de poner en el baño la pasta dentífrica en alguno de sus agujeritos

sin necesidad de botiquín ni nada

veíamos el mundial en esa la única casa que compartimos

veíamos el mundial en el televisor blanco y negro

y escuchar que recuerda que yo con tres años y medio

gritaba los goles sentado en sus rodillas

y aunque mi viejo al que siempre llamé Juan es fanático de Boca Juniors

y a mí el fútbol no me interesa

lo llamo mientras en la calle la gente grita llora ríe y canta

 

“¿qué se siente tener en casa a tu papá?”

 

de Las profecías perderán su razón de ser, Ed. Subpoesía (2016).

 

Selfie con mamá fuera de foco

 

estoy en la habitación 211 con mi mamá

que está internada desde el sábado

cuando después de comer por tres días seguidos

pastel de papas con la cebolla rehogada en manteca

la bomba le explotó en el estómago por la madrugada

y la trajeron de urgencia

hasta el viejo hospital de morón

 

y los médicos

luego de diagnosticarle algo relacionado

con la gastritis la vesícula los problemas que no habla

y lo que reniega con los clientes de su colchonería

la dejaron internada y con suero

 

acostada en la cama desde la que ahora

como lo que siempre fue

una muñequita de hermosos ojos verdes

me cuenta en detalle sus peripecias de internada

hace tres días con sus dos noches

 

es mi mamá la que está

sentada frente a mí y a ustedes

y a la que miro y dejo hablar

 

la que se sienta en la cama alta del hospital

con sus piernas colgando

con esos pies pequeños

de princesa sin reino

 

es esta mamá

que me decía

cuando yo tenía cinco años

que ella estaba cansada de la vida que llevaba

y que soñaba con ser una hormiguita

o una nube        o un yuyo

de esos que crecían a la orilla de la vía

allá en mi barrio Merlo Gómez

 

es la que me organizaba fiestas

de cumpleaños que siempre terminaban

con ella enojada y yo llorando

porque en un arranque de posesiva pasión

yo no soportaba que jugara

con alguno de mis amigos

 

es la mamá que me confesó

cuando yo era adolescente

que había hecho un trío con un novio

y con otra mujer

 

es la que nunca fue

a un acto escolar a verme

 

es la que se fue embarazada de mi hermana

con su nueva pareja

y que no me llevó con ella

porque su nuevo novio no me soportaba

 

es la mamá que me dijo

“siempre tenés que preguntar

todo lo que no entiendas”

 

es la mamá que me dijo

que no le importaba lo que yo fuera

cuando a los quince años le confesé llorando

“estoy enamorado de un pibe

creo que soy homosexual”

y me dijo que lo único que deseaba era

un hijo buena persona

y que eso ya sucedía

 

es la que hacía gimnasia jazz

escuchando true blue de madonna

con una malla enteriza negra y polainas

y unos rulos hermosos

de una permanente que era mi orgullo

 

es la mamá a la escuché mil veces

contar todo lo que sentía

y pensaba sobre sus hombres

y es la que me preguntaba cuál

me parecía a mí

que más le convenía

 

es la mamá que me despide en la puerta

de la habitación 211 

y mientras me abraza me dice:

“pobrecito mi negro

siempre medio arisco

con esta mamá que lo lastimo tanto

y a la que todavía no perdona”

 

esta mamá       es esa mamá

y al mismo tiempo

ya no es

 

de Las profecías perderán su razón de ser, Ed. Subpoesía (2016).

 

 

Javier Roldán nació en el Oeste del Gran Buenos Aires, en Merlo Gómez. Trabaja como docente en colegios secundarios del conurbano. Concurre al taller del maestro Osvaldo Bossi. Lee, mira películas y series, escucha radio AM todas las mañanas como lo hacía su abuela Chicha. Hace un tiempo está de novio con un indio guaraní queomonda akue hi py´a.