La vida en los techos - Verónica Pérez Arango
El cuidado de las cosas
Cuando volvimos de viaje
hubo que reconocer de nuevo
la vieja casa. La pileta de lona
era una laguna viscosa y quieta
con vida microscópica
brillando entre restos de hojas
y alas podridas de insectos.
Nadie podría sobrevivir en un medio así.
Mejor dicho: ningún hombre o mujer
por más optimista que sea.
Hay cosas que no necesitan cuidado
se transforman solas y alejadas
de cualquier mano laboriosa,
con la espesura del tiempo
o apenas el roce de la luz.
Esos días aprendimos a mirar
la efervescencia de la vida
y por primera vez no quisimos
cambiar nada de nada.
2 de noviembre
Hace unas horas
operaron a nuestro hijo
él hizo que todo pareciera
así de fácil
porque jugó con los cables
y las luces metalizadas
como platos voladores.
Todos nos metimos en la nave.
Los doctores se sumaron a las carreras
de autitos y motos de juguete
que habíamos llevado.
Hubo choques embotellamientos
pero antes le contamos
cómo serían las cosas.
Evitamos pinchazo sangre duele
igual terminamos entregándolo
a ese hombre para que lo drogara
a la fuerza. Me arrepentí tanto
que cuando mi hijo dormía
lo llené de besos. Absorbí
con lentitud el olor a anestesia
que desprendía su aliento
para intoxicarme con él
e irme al fondo
de la piecita oscura de los sueños.
Hernán
I.
En la foto
vos tenés cinco
yo siete y Hernán nueve.
Se ve que hemos crecido
demasiado rápido
la ropa nos queda chica
está descolorida
pero qué importa
si es verano y pasamos la tarde
arriba de los techos.
Nuestros pies se hunden
en el fuego de las tejas
que incineran el dolor
y la tristeza de los días.
Ahora en la casa de mamá y papá
las páginas del álbum familiar
nos oyen decir
que tenemos miedo del futuro
porque nuestro hermano
es como un bebé
gigante que babea
no sabe hablar
y hay que ayudarlo a vestirse.
Tampoco puede
viajar solo en colectivo
mucho menos
prepararse un plato de comida.
A veces a la noche
los dos soñamos
que Hernán charla y nos cuenta
que le gusta una chica
tomar coca
y hacer pogo
en los recitales de rock.
Verónica Pérez Arango nació en 1976 en Buenos Aires. Publicó la plaqueta la desdentada (Casa de la Poesía de Buenos Aires, 2002), Camping (Bahía Blanca, Vox, 2010) y Un dibujo del mundo (Buenos Aires, El Ojo del Mármol, 2014; Ediciones Liliputienses, España, 2015). Participó de las antologías El Rayo Verde (Viajero Insomne, 2014), Exit 75 (edición a cargo de Germán Weissi, Alejandro Parrilla y Laura Mazzini, 2014), Quedar en lo cantado. Poesía argentina y dominicana (El fin de la noche, 2009) y Lo que la perdiz opina de los finales felices (Liliputienses, España, 2015). Su último libro, editado a fines de 2016 por Colectivo semilla de Bahía Blanca, se llama La vida en los techos.Trabaja coordinando talleres de lectura y escritura, y como docente en escuelas secundarias; lleva adelante, junto a Flor Defelippe, el ciclo de poesía El Bosque Sutil.