Otra lengua me rescató - Gabriela Borrelli Azara

Sin guantes no es posible andar en moto en julio. Se congelan las manos y el corazón. Uso unos de cuero negro, livianos y cálidos. Son de los objetos más útiles que conozco. En julio de 1952 mi nona se casó por civil con esos guantes.  Se los había regalado una prima, que insistía mientras se los daba “de cabretilla, son de cabretilla”. Mi nona se quedó pensando. No había escuchado nunca esa palabra. Pero estaban en sus manos en ese invierno argento mientras firmaba en un enorme cuaderno su estadía en esta tierra al lado de un hombre de sus tierras. No hubo nada blanco, ni un Dios, ni una iglesia. Ni flores ni arroz. Un anillo, los guantes y un almuerzo con pasta al bacalao.

Negros, los guantes eran negros. Aún lo son.

 

 

Durante mi infancia pasé mucho tiempo al cuidado de mi nona. Desde bebé. Mi mamá me dejaba temprano y me iba a buscar a la tarde. Tenía mi cochecito, mis juguetes, mi vajilla para comer. Era un día de sol y salió a colgar la ropa. Me dejó al lado de ella en una de esas sillitas altas. Mi inquietud hacía que me moviera de adelante hacia atrás como amacándome. Mi nona me miraba fijo, estate quieta! y yo parece que peor. De repente lo inevitable, de pera contra el piso y el llanto fatal. Me alzó súbito y empezó a llorar desesperadamente, mientras me revisaba cada parte del cuerpo. Yo lloraba a los gritos, y ella también. Me decía: guardami, guardami, y repetía mientras lloraba managgia, managgia. Y me tocaba todo el cuerpito. Cuando me calmé y me volvió a sentar en la sillita, aún conservaba el miedo de que me hubiera hecho algo. Y me revisaba la cabeza. En italiano me decía, guardami, parlami. En mi primera caída, otra lengua me rescató.

 

¿Seguís corda? No sé, sí, creo que sí. Cuando tenía tu edad no era tan corda como vos. Es mi nona por telefóno las pocas veces que la llamo. Casi nunca. Desde que tengo recuerdos que ella pesa 80 kilos. Cuando llego de Italia los subió y nunca más los bajo. Jamás alcance ese peso, aunque a veces supero los 70 con 1.54 de altura. Ahora los ve en mí. Esos kilos. Aunque yo no los tenga. A veces imagino que cree que por eso no tengo novio. ¡Tené que bacar la panza! ¿comes mucho panSí, nona también como pan. ¿No caminas? No,no camino. Cuando ve a mis hermanos les pregunta Caby, ¿como está, sigue corda? Mis hermanos, flacos, no le responden. Esa pregunta sería en realidad: ¿tu hermana sigue igual que yo, partida por una lengua que desconoce, hambrienta como estaba yo de nuevas palabras?  ¿Nos recorren los mismos océanos? ¿Las mismas distancias? En conclusión ¿caby, seguís gorda?

 

 

Gabriela Borrelli Azara es escritora, crítica literaria y conductora de radio. Desde hace más de 15 años se dedica a la difusión de poesía y literatura argentina y latinoamericana en medios de comunicación. Trabaja actualmente en Radio Nacional. Condujo ciclos en Radio del Plata y AM 750. Dirige el sitio web Lejos de Esteves ( www.lejosdeesteves.com.ar) dedicado a la difusión de arte y literatura. Es editora del suplemento "Poesía Maldito Pan" de la revista Maten al mensajero. Coordina talleres de lectura de poesía y es organizadora del ciclo de textos inéditos "El domingo no tiene la culpa" y del ciclo de lectores "Poesía Ya" en la plaza del lector del Museo del Libro y de la Lengua. En 2015 publicó Océano, Ediciones Lamás Medula. Está por editar el libro de poemas " Holter" por Vidamí Editora.