Patricio Foglia - Tokio
Según el último censo oficial Tokio está habitada por 13.185.502 tokiotas. En su área metropolitana viven 35.682.460 tokiotas más. Es el conglomerado humano más grande del mundo.
Tokio está formada por 23 barrios, 26 ciudades, 1 distrito y 4 subprefecturas.
Fue fundada en 1457 por un vasallo del clan samurái Uesugi.
Es en la actualidad la megametrópoli más impactante que jamás hayamos construido los humanos.
Pero todos estos datos poblacionales e históricos no le dicen nada a mi corazón, no logran hacerme “ver” a Tokio, ni me ayudan a comprenderla.
Para que yo, que nunca viajé hasta Japón y quizá nunca lo haga, pueda ingresar a la capital nipona están los poemas de Patricio Foglia. Quien desde sus versos hace foco en una Tokio que sin dejar de ser el templo de la tecnología y el corazón del capitalismo, (o uno de sus corazones), es la Tokio de los pescadores que sueñan que son pájaros de plata y vuelan en bandada; de las muchachas que escuchan luminosas canciones pop doblando camisas celestes esperando a sus amados mientrasel perfume para la ropa y el olor a té las envuelve(y me hacen pensar en esas otras muchachas japonesas retratadas por Shoen Uemura hace cien años).
Patricio Foglia me muestra y lleva a la Tokio que yo quiero conocer y en la que seguramente me perderé en busca de algún bello muchacho tokiota con manos curtidas de dragón marino. Esa Tokio en la que seré una puta más, arracimada y guarecida de las tormentas que produce el amor. O quizá sea una insomne y melancólica muchacha que da vueltas en su cama esperando escuchar la sirena de unanhelado buque pesquero.
Una Tokio que comprende que el tiempo es dinero pero que en los poemas de Patricio Foglia comprende además que justo antes de la salida del sol, sus ojos blancos y enormes reflejarán nuevamente como hace centurias la ilusión que provoca todo regreso.
Javier Roldán
Ilustraciones: Inés Isaurralde.
Tokio
Ninguna ciudad como Tokio comprendió mejor
la frase el tiempo es dinero. La capital nipona es el templo
de la Tecnología. También el espacio es dinero:
en esta ciudad cada centímetro es aprovechado al máximo.
Los departamentos más lujosos tienen el tamaño
de una cocina. Sin embargo, esta megametrópoli
también tiene problemas: el tránsito es caótico
el transporte público resulta insuficiente:
puede tomar un día entero
viajar desde el puerto de Tokio hasta las afueras.
Takashi
Después de varias jornadas de trabajo
las manos de los pescadores
terminan hinchadas, ásperas
como sogas de amarre.
- Antes tenía manos, cuando era un chico.
Ahora tengo patas de dragón, y mi esposa prefiere
que no trate de acariciarla, dice Takashi, y se ríe.
Un pescador no pasa mucho tiempo en casa,
debe dedicar dos de cada tres días a su oficio.
Cuando por fin desembarca en el puerto
toma un ómnibus en la Terminal, y si tiene suerte
consigue un asiento y se duerme
en su cabeza se confunden
el andar del micro con el mar
la sirena de una ambulancia
con el quejido del pulpo
los motores de los autos con las poleas
enormes, arrastrando el cuerpo inerte del animal
hasta la cubierta del buque, bajo la lluvia.
Antes de que termine la noche
el buque pesquero junta sus redes
para zarpar
de regreso al puerto.
Ahora las máquinas hacen su trabajo.
Agotado, Takashi
camina hasta la baranda
y prende un cigarrillo.
Más allá, en el cielo
las nubes empiezan a agruparse
formando un algodón flotante,
violeta y eléctrico.
- Qué hermoso cuando cae
un rayo sobre el mar: ojalá pueda verlo,
piensa Takashi,
y después no piensa nada más
da una última pitada
y tira su cigarrillo:
un punto rojo cae, y desaparece
en las aguas negras del océano.
Patricio Foglia, Tokio, Caleta Olivia ediciones, 2016.