Animales dorándose al sol

Contratapa de Tom Maver, para Animales dorándose al sol, primer libro de Natalia Leiderman.

En Animales dorándose al sol pareciera que el lenguaje amoroso está hecho con los restos incendiarios de la cacería (engaño, voracidad, acercamiento, espera, forcejeo). Como si en su cueva, la lengua con que están escritos los poemas pintara animales imaginando la próxima caza, construyendo trampas. Dorarse al sol será posterior a esta primera ansiedad oscura. Y la satisfacción será sólo la espera del regreso del apetito, el conteo para el salto mortal sobre la presa, la noche, el sexo.

La confianza en el goce es el secreto mejor guardado en los poemas de Natalia Leiderman. En el ciclo de deseo, insatisfacción y plenitud se funda el impulso de Animales dorándose al sol, donde el sol es otro cuerpo, siempre, que nos atrapa, nos inyecta ansiedad, calentura. Y después de un breve descanso nos vuelve voraces, nos confunde con su humor turbio hasta que dejamos el alma atrás y somos un puro cuerpo engullido en la noche negra de su lectura.

 Tom Maver

 

 

cuándo empezó el juego
desde cuándo soy
tu animal
tu paciente anestesiada
desde cuándo me tenés
inmóvil en la silla
a punto de cortarme el pelo
o las manos, desde cuándo.
ataste mis órganos
con un hilo
y estoy esperando
que tires de mí.


sin demasiado fuego de artificio
nos amamos, sí
pero lo decimos pocas veces
sin hacer ostentación del brillo
levantamos la cabeza
para respirar mientras nadamos
voraces pero instruidos
la masa dulce leva de a poco
tomo el té, escribo haikus
hago florcitas de papel
no hay la urgencia de las grandes ciudades
hay un constante acariciar el lomo
de un animal perfumado
si hay hambre, que espere
soy todos los días santa
y lenta
una trapecista que busca con cuidado
el momento preciso para dar el salto.


intacta
todavía me brillan los ojos
cuando veo el lomo de los animales
dorándose al sol
todavía me río a carcajadas
y a contraluz
sueño que monto pájaros gigantes
me aferro locamente
a sus plumas doradas todavía
puedo también deslizarme por la tierra
ordenar la casa
comerme las flores
y nada de lo que pasó
importa.

Natalia Leiderman, Animales dorándose al sol, Ed. El ojo del mármol, 2016.